viernes, 17 de agosto de 2012

¿Qué sucedió realmente en el Mutún?

Es muy difícil establecer lo que realmente sucedió en el proyecto más grande en la minería nacional, antes de que se tome en cuenta lo que corresponde a la explotación del litio. Es bueno aclarar ese panorama, entre uno y otro, pues la experiencia del primero deberá servir como ejemplo para que no se cometan serios errores que pongan en juego los intereses nacionales.

Lo del Mutún abrió una brecha entre lo que puede definirse como parte de lo legal, pero también de lo ficticio al punto que ahora el resultado de un hecho que no pudo concretarse deja una secuela de problemas que merecerán una atención especial para reconducir el proyecto, quién sabe con alternativas más próximas al cumplimiento de metas legales, financieras y técnicas que en el ensayo truncado no pudieron efectivizarse.

El Primer Mandatario en una salida inesperada con relación al caso del Mutún, reveló que el contrato de riesgo compartido con la Jindal fue firmado "bajo presión de algunos sectores sociales y de la región", lo que se supone no permitió analizar de manera responsable y en diferentes etapas las alternativas que debían sortearse en el avance práctico del emprendimiento.

El dirigente del Comité Cívico de Puerto Suárez en respuesta a la apreciación presidencial, justificó la presión regional, señalando que lo que se hizo fue exigir al Gobierno el cumplimiento de las promesas políticas y especialmente en el caso de El Mutún la concreción del proyecto que ya demoró muchos años y debía ser encarado, se confió –dijo– en la capacidad y responsabilidad de los gobernantes y ministros para alcanzar un buen contrato.

En el otro frente, aunque sin las pruebas contundentes, queda la duda sobre la real inversión de los hindúes que aseguran haber honrado el compromiso de invertir hasta 600 millones de dólares en los dos primeros años, pero no hay una demostración objetiva de esos desembolsos y sí una negativa a que se efectúe una auditoría. Si hubiera la inversión necesariamente debe ser demostrada y su convertibilidad en productos tangibles tendrían que estar a la vista y en la alternativa de ser utilizados en la continuidad del proyecto.

De todos modos las cosas salieron como "tiro por la culata" para la Jindal que aprovechó la coyuntura para mejorar su posición en la bolsa de valores, según se menciona en medios financieros, pero que no pudo continuar con la operación de extracción y comercialización del hierro boliviano. Para nuestro Gobierno una mala experiencia atribuida, según estiman los entendidos, a la falta de capacidad de los negociadores del Estado en el análisis del contenido y proyección de un contrato que no debió dar margen a engaños, ni mucho menos a ocasionar perjuicios a la economía nacional y los megaproyectos de la industria minera.

¿Qué sucedió realmente en el mutún? Es algo que todavía puede depararnos muchas sorpresas, pero el proyecto como tal no debe quedar paralizado, al contrario debe ser reactivado en el tiempo más breve posible pues las esperanzas del pueblo boliviano están cifradas en el desarrollo tecnológico de los proyectos más grandes de la minería, el hierro y el litio

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