Mucho se ha dicho y escrito sobre este proyecto siderúrgico calificado como "elefante blanco" en el siglo pasado y visto con recelo en tiempos actuales cuando la persistencia del gobierno actual de reflotarlo, llevó a conseguir financiamiento para implementarlo aunque en una escala muy lejana de la idea original. Muchas veces expresé mis opiniones sobre el proyecto en esta columna, el lector acucioso puede acudir a mi libro "De oro, plata y estaño" (Plural Editores 2017) para interiorizarse de las mismas. Ahora quiero puntualizar algunos criterios que estimo son importantes y se deben tomar en cuenta si se quiere que este intento llegue a ser algo más que una anécdota y un intento válido aunque modesto de empezar la siderurgia en las tierras bajas del país.
Si este proyecto no se concretó antes fue por factores desfavorables como la ubicación del yacimiento en el centro del subcontinente, lejos de las costas y mercados de ultramar, el bajo contenido de hierro en el mineral (51,3% de Fe del mineral primario o Jaspilita, 46-54 % Fe del secundario o Canga) por debajo de los requerimientos del mercado y que obliga a considerar una etapa previa de concentración del mineral, lo cual conlleva un costo adicional de operación y por último la carencia de infraestructura de transporte, instalaciones portuarias, energía eléctrica, gas, carbón (Pág. 300 del libro).
En segundo lugar hay que considerar la competencia de países que ya tienen acerías en la región, para hablar del vecindario Brasil tiene siete complejos metalúrgicos, Argentina cuatro, Perú dos y Uruguay uno (Pág. 229), todos muy cercanos a la costa y/o a vías fluviales. La oferta de acero y productos intermedios satisface la demanda de la región y en productos acabados hay una tremenda competencia de productos asiáticos y europeos. Por último, las consideraciones medioambientales, Mutún está muy cerca de un privilegiado ecosistema, el Pantanal, que obligará a un costoso monitoreo y control del sistema hídrico.
Ahora queremos instalar un complejo pequeño con una inversión de $us 422 millones, el cual tratará inicialmente 650.000 ton/año de mineral y producirá 250.000 ton/año de hierro esponja para una miniacería que producirá además, perfiles y alambrón para construcción (Datos de la prensa local); en las actuales condiciones de mercado sería un intento a contramano con el axioma de las economías de escala que asumen que a mayor producción los costos unitarios bajan y son controlables a variaciones de precios de mercado.
Todo es posible sin embargo, si se consideran parámetros sociales y de desarrollo de las regiones que se antepongan al frío cálculo economicista. No hay que olvidar que en los primeros años de la década anterior Eike Batista con EBX Capital Partners propuso una asociación con la Cooperativa de Electrificación CRE para el proyecto siderúrgico Termopantanal, el cual produciría arrabio y hierro esponja (400.000 ton/año en su primera etapa) en un complejo en la zona franca de Puerto Quijarro (Zoframaq) para las acerías de EBX en Brasil y las de Argentina y Uruguay. Esto hacía sentido como proyecto siderúrgico y como negocio por la infraestructura de producción y de transporte de la región. Como se sabe este proyecto se desestimó por el actual gobierno y se expulsó a la empresa con su complejo siderúrgico por razones medioambientales y/o políticas. El mundo da vueltas y estamos hoy iniciando un proyecto similar pero con muchas desventajas. Creo que lo básico, como lo apunto reiteradamente es decidir como país que queremos: hacer negocios mineros e industriales de clase mundial o atender demandas regionales y presiones corporativas a cualquier precio.
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